Justo antes que Sonido Gallo Negro partiera para presentarse en la WOMEX, World Music Expo por sus siglas en inglés, en Polonia, el guitarrista Gabriel López nos platicó algunos detalles detrás de la grabación de “Mambo Cósmico”, el más reciente disco del grupo.

Además de trabajar al mismo tiempo en material para los grupos Electroplasm y Twin Tones, Gabriel se sumergió junto a sus compañeros de SGN en un intenso viaje en el tiempo hasta conseguir traer al presente un material que combina una fuerte pasión por el pasado con una estética futurista.

México es un país al que le gusta mucho cantar. Aunque este nuevo disco incluye por pimera vez algunos coros y voces, Sonido Gallo Negro se ha ganado un lugar en la escena haciendo música instrumental, ¿en algún momento eso representó un obstáculo para ustedes?

Si, al principio no comprendíamos bien la dinámica de la industria musical y a pesar de que nos esforzábamos mucho, veíamos que bandas mucho más nuevas que la nuestra tenía más atención que nosotros. Así que, por un lado, intentábamos no traicionar nuestro gusto por hacer música instrumental, pero a la vez nos sacábamos de onda porque otros grupos avanzaban mucho más rápido que nosotros. Pero con el tiempo las cosas se revirtieron, porque a medida que ganamos exposición internacional, el hecho de no contar con un lenguaje, palabras exactas oversos muy complicados, la gente de otros países se conectó mejor con nuestra música. La música, al final, representa un lenguaje universal.

¿Estas voces se colocaron cuando la música ya estaba terminada o en su caso, se plantearon el reto como compositores de hacer canciones pensando que por primera vez tendrían letra?

Sí, “Mambo cósmico” se hizo como lo planteaba Ennio Morricone, utilizando la voz como otro instrumento más. No hay demasiadas palabras, pero sí existe un interés por escribir, un hambre natural de músicos y en las composiciones, como te digo, la voz no es más que otro instrumento de nuestra paleta sonora.

El sencillo “Cumbia de sanación” se lanzó unos días después del terremoto que azotó a la Ciudad de México, ¿fue una coincidencia que ustedes pensaran en hacer una canción con efectos curativos?

Dos meses antes del terremoto, las canciones ya estaban listas para lanzarse, así que no pudimos hacer nada para detenerlas. El viernes de esa semana teníamos la presentación del disco y esa sí la cancelamos. “Cumbia de sanación” está basada en esa mística en la que la mente puede hacerte sanar sin necesidad de ir con un médico. Esa idea nos llamó la atención y la quisimos utilizar en un disco. Después, la gente la tomó como ayuda en el contexto del terremoto.

            Todo el disco tiene un aire místico parecido a “Sendero Místico”, con canciones como “Mambo Egipcio” o “Cumbia Ishtar”. Tomando en cuenta el prejuicio de que la música bailable no tiene un trasfondo intelectual, ¿a ustedes sí les interesa mucho transmitir algo más que el simple gozo?

Sí, como lo mencionas. Cuando hicimos Sonido Gallo Negro queríamos tocar cumbia, pero no en su sentido más festivo. Nosotros queríamos hacerlo más rico y ha funcionado.

            “Mambo Cósmico” es, como su nombre, mitad pasado, mitad futuro.

Totalmente. Nuestra concepción artística se basa en que algún día caerán esos prejuicios. Ya se rompieron entre los géneros y tal vez con la cultura. Las cosas antiguas se volverán futuristas.

            ¿Cómo se fueron sumando los invitados al disco?

No metimos a nadie para inflar la producción. Tenemos sólo a los que pensamos que ayudarían a redondear la canción. Entre ellos están Álex Gonzalez, que es trompetista de Twin Tones y se ha ido de gira con Mexrrisey, además de un mariachi de alta gama que hizo la música de la película “Coco”. Tenemos a la Bruja de Texcoco, que trae toda cultura oaxaqueña en el arpa. También viene Mitze Máiz, una vocalista de reggae. El violín lo tocó el maestro Javier Carrillo Velázquez, músico de sesión para danzones. Los invitados los manejamos con la proporción para que no fueran necesarios cuando tocamos en vivo. Porque pasa que a veces tienes al súper invitado en el disco, pero cuando no lo puedes tener en vivo, la gente se decepciona.

            Hay dos versiones de otros artistas en el disco, “Tolú” y “Quién será”, ¿por qué?.

Teníamos mucho tiempo escuchando a Lucho Bermúdez. Representó una obsesión aterrizar esa canción escrita para orquesta en una banda eléctrica. Y con “Quién será”, pasó que habíamos escuchado la versión de Pérez Prado y teníamos muchas ganas de tocarla. Así que nos propusimos hacerla en twist, porque venimos de una escuela mucho más garage, más surf.

            Hablando de Pérez Prado, está “La Foca Cha cha chá”, una clara referencia a él. Existe una tendencia muy actual de voltear hacia atrás para reversionar. Natalia Lafourcade, por ejemplo, le presentó a Agustín Lara a una generación que quizá nunca se hubiera puesto a googlear quién fue ese señor. ¿En el caso de Sonido Gallo Negro también existe una voluntad de arqueología musical en este tipo de proyectos?

Sí, aunque principalmente satisfacemos nuestra intención de tocar lo que queremos, pero en segunda instancia sí hay un homenaje. Porque está desapareciendo el interés por investigar hacia atrás. El danzón y el Cha cha chá están un poco olvidados, aunque de repente aparecen en las pinchadas de los DJ’s. Pero hace falta que esos ritomos suenen en el escenario, en vivo. Que haya composiciones nuevas.

            A propósito de “Danzón fayuquero”, que es guiño tepiteño, ¿cómo ven el creciente movimiento de los sonideros?

Justo eso. Queríamos reflejar que el sonidero también tiene fineza. De repente percibimos la pachanga sonidera como algo muy arrabalero, muy sucia, pero la rudeza de los sonidos incluye una selección musical muy fina. Había que entrar a Tepito para ver a los pachucos bailando danzón; o sea, gente muy ruda bailando música muy fina. Ese era el contraste que nos interesaba reflejar en ese track.

Que Los Ángeles Azules grabaran un sinfónico y se presentaran en sitios como el Auditorio Nacional, ¿se lo debemos a la comercialización o al derrumbe de prejuicios musicales?

Creo que la industria de la música se estancó. Me refiero a la ranura que jugó el rocanrol. No sé a qué se debe, si se agotaron los sonidos o la rebeldía, pero las disqueras empezaron a buscar en otros lados y debido a ellos se dio este boom de la cumbia, de buscar cosas que se escuchen frescas y que al mismo tiempo sigan vendiendo. Es, como dices, por el negocio y los artistas que estuvieron ahí a la mano fueron los que las disqueras impulsaron. Fueron en busca de sonidos un tanto rebeldes, un tanto kitch.

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            Una vez el Doctor Alderete hizo el arte de este disco, aunque la tendencia en la música digital es que el arte ya no tiene tanto protagonismo, ¿cómo viven esta paradoja?

Es difícil para nosotros, porque nunca hemos trabajado con nadie que no sea Jorge Alderete. Él tiene la libertad de hacer lo que quiera y prácticamente no cuesta, lo hace como parte del proyecto. Pero si no fuera por la amistad y confianza que le tenemos, quizá ya pensaríamos en hacer distinta la cosa del arte. Pero nos sigue preocupando que sea bueno, porque casi todo lo que hacemos termina en vinilo. Y siempre es mejor tener cosas impactantes, con punch. En este disco, a los fondeadores que nos apoyaron les mandamos los artes en archivos para que los conserven. Hay que adaptarse a las nuevas formas de trabajo.

            Finalmente, este tercer disco resultó de una campaña de fondeo, ¿consideras que es el paso más reciente de la independencia, en el que los fans se involucran como inversionistas de las agrupaciones que les gustan?

Sí, porque el fondeo te permite estar más cerca de tu artista, participar en su proyecto. Por eso, hoy más que nunca me parece muy importante que los músicos estén bien conectados con sus fans. Sobre todo en redes sociales.

Publicado en Marvin