En 2011 viajé a Mexicali para ser parte de un encuentro de escritores. Ahí fue la primera vez que escuché hablar de Antony Hegarty. El escritor Javier Fernández lo menciona en una de los relatos que conforman su libro Seguir a los gansos (Static, 2014), que aún no se publicaba.

Reconozco que entonces no platicamos mucho acerca del cantante inglés, hoy cantautora inglesa, porque me perdí preguntándole a Javier lo que sabía acerca de aquellos legendarios conciertos de Nirvana en Tijuana. Fue hasta varios años después que volví a pensar en aquella compositora transgénero que estuvo nominada como Mejor Solista Femenina a los Brit Awards, aunque fue derrotada por Emeli Sandé. Hoy Hegarty se hace llamar Anohni desde que exigió públicamente ser denominada como “ella”.

En una entrevista con Flavorwire, expresó: “En mi vida personal prefiero el ‘ella’. Las palabras pesan. Llamar a una persona de acuerdo con el género que escogió es honrar su espíritu, su vida y su legado. ‘Él’ me parece un pronombre vacío, que me niega“.

Vale la pena sumergirse en el discurso musical de Anohni. Aunque amigable en lo sonoro, sus letras rezuman una fuerte conciencia social. El discurso es crudo, aunque la tonada que lo acompañe acaricie el oído. Anohni explicó en una conversación con The Guardian que su música pop es un Caballo de Troya que utiliza para enviar a las personas mensajes importantes. Es autora de canciones como “Drone Bomb Me” en la que denuncia los asesinatos con drones y “Obama”, en la reclama al expresidente sus malas decisiones. Del primer tema, existe un video protagonizado por Naomi Campbell.

https://player.vimeo.com/video/152637866?color=c2c2c2&byline=0&portrait=0

 

Haber trabajado junto a una banda conformada por mujeres, las Mystica Girls, me hizo sensibilizarme respecto a lo absurdo que resulta hacer hincapié en que la música sea hecha por hombres o mujeres. Al final del día es lo de menos. Sobre todo porque en un género como el metal, tradicionalmente tocado por hombres, aún sigue llamando la atención que una banda como las brasileña Nervosa, que dicho sea de paso se presentará en el Foro Alicia el 19 de marzo, llame más la atención por estar integrado por mujeres que por la música –brutal– que crea.

De los tiempos con Mystica Girls me traigo esta anécdota. Había un festival underground llamado “Festival Vaginal”. Adivinaron: el line up lo integraban bandas con mujeres en su alineación. A mí nunca me gustó su nombre. Me parecía propio de un simposio de ginecología.

Estoy de acuerdo con Anohni. En su vida personal merece ser llamada como quiera, como lo merecemos cada uno de nosotros. Pero que las premiaciones sigan distinguiendo entre “Mejor música hecha por hombres” y “Mejor música hecha por mujeres”, creo que en el fondo hace prevalecer la idea de que uno y otros son distintos y, peor aún, que una es inferior a la otra. Puedo ser errónea mi apreciación, pero eso siento.

A lo mejor un día alguien consigue explicarme en dónde radica la diferencia entre la música hecha por mujeres y por hombres.

Porque de sexismo, estereotipos y clichés estamos llenos.

Tanto que parece que a veces nos olvidamos –y hablo de quienes elegimos la heterosexualidad, pésimamente denominada normalidad –de lo mucho que otros y otras (otrxs entiendo que escriben muchos de ustedes) militantes de sexualidades diversas han influido en el desarrollo de la música.

Tan sólo el metal, al que si pusiéramos rostro seguramente sería el de un macho vikingo orgulloso de sus ríos de testosterona, tiene en el cantante de Judas Priest a uno de sus santos patronos. El Dios del Metal lo llaman. Rob Halford, un gay reservado aunque no avergonzado de su estilo de vida, que se trajo al mundo del heavy los aditamentos BSDM que antes sólo usaba en la recámara y que ha puesto a ejércitos de bugas rabiosos a cantar el siguiente himno:

“Frenesí desgarrador/ que lleva lastima tus articulaciones / Te voy a forzar a punta de pistola”.

“Eat me alive” se llama la canción, que se sabe habla de tener sexo oral y que, de acuerdo con las preferencias de Halford, es muy probable que la palabra “pistola” no se refiera a una magnum 45.

Lo que Patti Smith, George Michael, David Bowie, Prince, Elton John, Madonna, Shamir, Divine, Juan Gabriel y otros tantos iconos de las sexualidades que son distintas a la hetero, han legado a la historia de la música ha sido grandioso. Sencillamente uno no se explica el presente sin su influencia.

Aunque a muchos adalides de la “normalidad” les duela en el alma, el mundo es de muchos matices y la música es un arco iris… en todos los sentidos.

Publicado en Marvin